En la elección de la Convención Constitucional hubo, como ya se ha dicho hasta el hartazgo, un castigo y una advertencia contra los partidos. Contra todos los partidos, incluso aquellos que después han querido hacerse parte de la crítica. Los partidos, claro, son vistos como una de las representaciones vivas de las élites. La otra representación que recibió un castigo similar, aunque menos notorio, fue la de los técnicos, tecnócratas o technopols, esas categorías en que caben todos los profesionales especializados que dominan problemas complejos y, sobre todo, políticas públicas. En palabras anticuadas, “los que saben”.
Origen: Columna de Ascanio Cavallo: Elogio del candor – La Tercera