No hace mucho, la demanda predominante era “marcar AC”. Le seguirían: autoconvocatorias locales, paridad de género, plebiscito, hoja en blanco, y cupos reservados étnicos-el gota a gota que iniciara Bachelet. Ahora último reclaman cuotas para evangélicos, sufragio “por grupo” o “afinidad identitaria”, voto adolescente, incluso procesos constituyentes paralelos (por qué no, el que acaba de comenzar despierta suspicacias y, desde ya, se le quiere superar). Es decir, el desmadre a carta cabal.