En 1783, Kant condenó claramente el suicidio en sus Fundamentos de la doctrina de la virtud. Dice: “Aniquilar en la propia persona al sujeto de la moralidad es expulsar del mundo, en la medida en que depende de uno mismo, la moralidad”. Un argumento que resulta ingenuo, de una inocencia casi patética, como ocurre a menudo con Kant; sin embargo, creo que no hay otro. Lo único que realmente puede mantenerse con vida es el sentido del deber. En concreto, si uno desea responsabilizarse de un deber práctico, se las arregla para que la felicidad de otro ser dependa de su existencia; por ejemplo, puede intentar educar a un niño, a falta de niño, comprar un poodle.
Texto completo: Michel Houellebecq: “Mientras insistamos en una visión mecanicista e individualista del mundo, seguiremos muriendo“ – La Tercera