Aceptaron la cuantificación de publicaciones (preferentemente revistas que nadie lee y que versan sobre pelos de la cola), la lógica de que el conocimiento se “produce” (cualquiera sea su valor, con tal de que se indexe), y ese trasnochado complejo positivista de que las humanidades serían menos serias que las ciencias duras. De ahí el afán por volverlas “teórico críticas”, i. e., que nadie, ni siquiera ellos, entiendan su jerigonza.

Origen: Ciencias y humanidades