El Presidente tiene una curiosa fascinación por la soledad. No le importa. Lo seduce cierta infatuación de la voluntad; sabe que le cobran cuentas nuevas y viejas, a veces muy viejas. Así ha ido su vida en la política. Pero esta vez es diferente. La ira de la oposición se siente en las puertas del Palacio. El país camina por una cornisa. Ante esa evidencia, el gobierno impulsa ahora un acuerdo tributario que pueda quitar la espoleta de la situación.
Origen: Columna de Ascanio Cavallo: Botar a Piñera – La Tercera