Y tal vez también haya que mirar hacia adentro. La medicina, la filosofía de las ciencias, hasta la semiótica, se fundan en el falibilismo, la doctrina según la cual el conocimiento humano nunca es absoluto. Creo firmemente en una hipótesis, pero admito que puede ser cierta la tuya; y también es posible que ambos estemos equivocados. Este humilde razonamiento de Charles Sanders Peirce revolucionó el pensamiento científico en el siglo XIX y en el XX Karl Popper le asignó un imperativo ético para las ciencias sociales… y la política. Nunca se habrá necesitado más sentido del falibilismo que hoy, nunca han estado más de sobra los razonamientos cerriles y los dueños de la verdad.
Origen: Columna de Ascanio Cavallo: Una dosis de falibilismo – La Tercera