En el bien entendido de que ser conscientes de que estamos en la historia (y en la geografía) no equivale a renunciar a la ambición de universalidad. Porque la universalidad, de existir, no es de origen (el propio Moisés habría recibido las tablas de la Ley en una fecha determinada y en un lugar concreto, el monte Sinaí, por lo que, en sentido estricto, ¡incluso los Mandamientos entraron en vigor en un momento histórico particular!) sino de destino.
Filosofía aplicada… a las ideas
