FUE UNO de los inventos más extraordinarios que los manuales no registran: a los inventos más extraordinarios suele sucederles. Antes de él, aquellos hombres y mujeres vivían más o menos felices. O preocupados, irritados, aterrados, pero sin el peso de la culpa. En esos días las cosas sucedían y nadie sabía bien por qué: así era la vida o, a lo sumo, así de caprichosos esos diosecitos que pululaban en el árbol, el agua, la luna lejana o el poderoso sol
Origen: Martín Caparrós: La culpa, el instrumento de control de las religiones | EL PAÍS Semanal