Para los amantes del jazz no hay discusión alguna sobre las diferencias entre razas: los negros son superiores. Sin embargo, más allá del mundo de Charlie Parker o John Coltrane, el tema no admite bromas. Es un asunto vetado. No se habla de razas, sino de poblaciones, y quien se atreve a decir otra cosa, o hurga en los avances sobre el genoma aplicados al comportamiento social, corre el riesgo de ser acusado de racista. En algunos casos, de forma merecida.
Nicholas Wade, escritor y divulgador científico británico de 72 años, ha metido el palo en el avispero con su libro Una herencia incómoda (Ariel). La reacción ha sido furibunda en las redes sociales y las universidades: 139 científicos, algunos de ellos citados por él en su libro, publicaron una carta en la que descalificaron su obra, que muchos críticos consideran peligrosa.
La tesis que sostiene Wade es que la evolución humana reciente ha dado como resultado las razas; que hay una influencia genética en el comportamiento social humano; que este componente genético evoluciona, y que leves diferencias evolutivas explican las diferencias en las instituciones sociales de las principales poblaciones. Esas instituciones sociales son, pues, una mezcla de genética y cultura.
vía Nicholas Wade: “No soy racista” | Babelia | EL PAÍS.